Visitas Guiadas Educativas


"La educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad a la que no le teme, sino que busca transformarla por solidaridad, por espíritu fraternal.”


Paulo Freire


“La educación, como práctica de la libertad, implica la negación del hombre aislado del mundo, propiciando la integración.”

Topía


miércoles, 27 de mayo de 2020

Eran amigos


          “En la época de la guerra de la Independencia Argentina, vivía en Inglaterra el negociante Don Eduardo Lumb, amigo de un capitán francés de apellido Aymard, que asesoraba a una comisión argentina de patriotas que adquirían armamentos en Europa para las tropas revolucionarias. Intimando con el Liverpool, y resentidos sus negocios por los efectos de las guerras napoleónicas, el señor Lumb decidió trasladarse al Río de la Plata, entusiasmado por lo que del país le contaba el militar francés. Emprendió el viaje con un tío suyo, guiado por el capitán Aymard, estableciéndose a poco en Buenos Aires, para dedicarse al comercio importación y exportación con el Reino Unido. La vinculación con el país, con su sociedad y su comercio, no tardó en fortalecerse por la escasa población y reducida industria de entonces y así fue como el de Lumb fue uno de los apellidos exóticos que se pronunciaban con respecto en la “gran aldea”.

          Casado con Elizabeth Jates, una belleza de su tiempo, y radicada su familia ya aquí, el 24 de octubre de 1828, nació su hijo Carlos, que desde pequeño se vinculó a las actividades de su padre.

          Grande fue su ascendiente que fue conquistado en Buenos Aires el hogar de Don Eduardo Lumb, no ya entre la reducida y selecta colectividad británica, sino también entre las familias porteñas. Sobre todo, su prestigio allí a todos los hombres destacados que laboraron en nuestro país en época de la Independencia, así como a los que visitaron esta capital de entonces.

          Entre ellos, el Almirante Brown era asiduo de la casa de Don Eduardo, y su hijo Don Carlos lo vió o repetidas veces, ya cubierto por la gloria de Los Pozos y El Juncal.

          En 1846, durante el bloqueo que imponía a la tiranía de Rosas las potencias aliadas, se impartía a los ingleses  la orden de embarcarse, abandonando Buenos Aires que se doblegaba bajo el terror de la Mazorca.

          Pero el señor Lumb visitó al ministro inglés para advertirle el error del bloqueo, y que ningún inglés abandonaría el país, como en efecto sucedió, con la promesa lealmente cumplida por Rosas, de no molestar a los súbditos de S. M. Británica.

          En 1870 don Eduardo Lumb regresó a Inglaterra.”



Fuente: 1928, Octavio C. Battolla, “Los primeros ingleses en Buenos Aires”.

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