Parte de Farol a gas de exterior al cual le falta la lámpara.
Restaurado por Fernando González.
De una manera u otra todos fueron alumbrados
Restaurado por Fernando González.
De una manera u otra todos fueron alumbrados
Por Prof. Silvia Roxana Leys
Esteban
Adrogué fue uno de los vecinos de Buenos Aires que estaba preocupado por el
servicio de luz tanto privada como pública, ya que ofrecía escasa iluminación.
Por eso fue uno de los vecinos que protestaron reiteradas veces por el mal
servicio que ofrecían las autoridades de entonces.
Destaquemos,
en los orígenes de Buenos Aires, la ciudad estaba iluminada precariamente por objetos de uso interno y externo.
En primer
lugar, los de uso interno eran candiles o faroles, es decir, recipientes que contenían velas de sebo
o aceite extraído de animales, a estos objetos primitivamente los llamaban lámparas
o dicho de otra manera: “utensilio diseñado para alumbrar que consiste en un
recipiente lleno de aceite, una mecha sumergida en este, que asoma por un pico,
y un gancho para colgarlo”.
En segundo
lugar, los de uso externo se los llamaban faroles, es decir, “caja de cristal u
otro material transparente que contiene una luz”.
Por
consiguiente, hubo tres sistemas distintos de iluminación según el historiador Félix
Luna. En primera instancia, el farol a vela de sebo hasta 1853, en segunda
instancia, farol con aceite proveniente de matanza de yeguas desde 1840 hasta
1869, en tercera instancia farol a kerosene traído de Europa desde 1869 y en última
instancia, farol a gas desde 1856.
Por lo dicho anteriormente, el 9 de septiembre
de 1853 Don Esteban Adrogué se unió con otros vecinos de la élite de Buenos
Aires llamados Jorge Atucha, Juan I. Fox y Alejo R. Mackinson para solicitar a
la autoridad del momento tengan a bien iluminar
una parte de la ciudad con faroles a gas extraído del carbón de piedra. Sin
embargo, la respuesta afirmativa a tal petición tardó tres años, porque recién
en 1856 se comenzó a utilizar el gas de coque para alumbrado público de la
ciudad de Buenos Aires. Y como las empresas de gas eran inglesas, el precio de
este servicio no era accesible para todos, así que fue para un limitado sector
de la población.
Mientras Esteban Adrogué esperaba
ansioso la colocación de faroles a gas. Se enteró que el Dr. Juan Echepareborda
experimentaba con aparatos para lograr obtener luz eléctrica.
Según el
Diario La Crónica con fecha 28 de mayo del año 1854 el señor Echepareborda demostró
los efectos de la luz eléctrica el 25 de mayo del mismo año, en la azotea de la
“Recoba Nueva”. “…La concurrencia que se encontraba reunida en la Plaza
Victoria quedó atónita ante la belleza del espectáculo…”
Plaza Victoria en el año 1890
No obstante,
cuando diferentes empresas extranjeras ofrecieron a la ciudad de Buenos Aires la
posibilidad de instalar un sistema de energía eléctrica fue rechazada. Entonces,
la Empresa Electric de Estados Unidos, representada por Walter Cassels se dirigió
a la ciudad de La Plata, la cual aceptó el proyecto, convirtiéndose así en la
primera ciudad de América latina que fue
alumbrada con luz eléctrica, en el año 1883.
En
consecuencia, el 31 de diciembre de 1889 presidiendo Esteban Adrogué la Comisión
Municipal movido por las solicitudes de los
vecinos inauguró la Sociedad Cooperativa Iluminación Eléctrica de Almirante Brown cuyos
accionistas eran los mismos vecinos. El
servicio oficial de luz pública y privada comenzó el primero de enero de 1890.
El ingeniero y técnico electricista quien dirigió primeramente SCIEAB fue Charles
V. Boisot. Pero los vecinos beneficiados fueron solo un pequeño grupo
localizado en lo que sería hoy el casco histórico del Pueblo Almirante
Brown, actualmente Adrogué. Además algunos vecinos de los
Pueblos Temperley, La Paz y Banfield.
Años después, con la aparición del
primer yacimiento de petróleo el 13 de diciembre de 1907, en Comodoro Rivadavia,
surgió la esperanza de abaratar costos en los servicios de la vida cotidiana de
los habitantes de la República Argentina. Más aún cuando el Presidente Hipólito
Irigoyen fundó los Yacimientos Petrolíferos Fiscales o YPF el día 3 de junio
del año 1922. En 1992 fue privatizada. Y el 3 de mayo de 2012 la Presidente Cristina Fernández expropió el 51% del capital.
Un cuento para ver y escuchar sobre un farol
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