Visitas Guiadas Educativas


"La educación es un acto de amor, de coraje; es una práctica de la libertad dirigida hacia la realidad a la que no le teme, sino que busca transformarla por solidaridad, por espíritu fraternal.”


Paulo Freire


“La educación, como práctica de la libertad, implica la negación del hombre aislado del mundo, propiciando la integración.”

Topía


jueves, 2 de julio de 2020

La arquitectura italianizante en Buenos Aires




La arquitectura italianizante en Buenos Aires

Por Prof. Silvia Roxana Leys

          Los ingenieros prestigiosos de apellido Canale, nacidos en Génova, Italia, fueron íntimos amigos del comerciante acaudalado Esteban Adrogué. Tanto  Nicolás (1807-1874) como su hijo José (1833-1883) trascendieron en la historia de la arquitectura argentina.

           Se los considera dentro del grupo de profesionales que impulsaron el estilo italianizante, es decir, “una etapa característica del siglo XIX dentro de la historia de la arquitectura clásica”.


           En la República Argentina comienza a partir del año 1830, fecha en que se considera de transición, o sea, del estilo colonial al italianizante.

           El estilo italianizante se asoció a procesos culturales que se analizan desde lo  económico, político y filosófico, porque impulsaron una tendencia constructiva sencilla a la que se designó “arquitectura poscolonial”, donde comenzó la libre elección de estilos dentro del repertorio historicista. La gente era libre para combinar los elementos y así mezclar los estilos provenientes de todo el mundo. Dicho en otras palabras, este tipo de arquitectura era símbolo de la libertad intelectual o nueva libertad civil.


          Según el Arquitecto Alberto J. S. de Paula de CONICET se los considera dentro de la primera corriente del neorrenacentismo italiano, quien inicia Pedro Fossati, se destacan Nicolás y José Canale y desarrolla Juan Antonio Buschiazzo. Sin embargo, la segunda corriente es de otro origen, británica, integrada por Edwart Taylor, Henry Hunt y Hans Schoeder.


          Por todo lo dicho anteriormente, los Canale, cultivaron la arquitectura eclesiástica, residencial tanto urbana como suburbana, doméstica y también  palaciega. Ellos introdujeron adelantos técnicos trabajando intensivamente en la provincia de Buenos Aires donde diseñaron gran variedad de construcciones.


          Los edificios y trazos urbanos de los Canale a destacar son varios. En primer lugar, los correspondientes al Partido de Lomas de Zamora los integran: Catedral de Lomas de Zamora y Quinta Los Leones de Esteban Adrogué, en la actualidad Hogar de Niños Huérfanos “Leopoldo S. Pereyra”. En segundo lugar, lo perteneciente al Partido Almirante Brown: Plano del Pueblo Almirante Brown, en la actualidad ciudad Adrogué; Casa Quinta Adrogué la que se terminó de construir en octubre de 1871, luego fue remodelada para ser el Hotel La Delicia en 1872 y demolida en 1956; Casa quinta "La Cucaracha" terminada de construir en octubre de 1871 y luego fue intendencia provisoria del primer Gobierno Municipal del Partido de Almirante Brown desde junio del año 1874 hasta el año 1882; Escuela Nº1 Don José de San Martín, terminada de construir en 1873; Parroquia San Gabriel Arcángel inaugurada en 1878 y demolida en 1969; Casa Municipal del Partido Almirante Brown inaugurada el 31 de octubre de 1882; Casa Quinta “El Castelforte”, terminada de construir en 1872.


          Las características generales del estilo italianizante según Arquitectura Pura Italiana son: en primera instancia, el diseño es equilibrado, simétrico y rectangular; en segunda instancia, el techo puede ser a dos aguas o plano, con líneas bajas; en tercera instancia, los aleros son anchos y sobresalientes; en cuarta instancia, posee una cúpula; en quinta instancia, las entradas tienen doble puerta por lo común vidriadas; en sexta instancia, la fachada frontal presenta columnas que soportan la línea del techo o un porche del segundo piso; en séptima instancia, las ventanas son estrechas; en octava instancia, las molduras son arqueadas; en novena instancia, los materiales en las edificaciones de los más pudientes son de ladrillos o piedra y en los menos pudientes están hechas con tablitas de madera; en décima instancia, la ornamentación es de maderas y también en excepciones de hierro. En síntesis, las construcciones de arquitectura italianizante son austeras, elegantes y delicadamente ornamentadas. Será por eso que Sarmiento expreso en sus escritos: “con el poder que Rosas tenía solo se quedó en esta arquitectura pudiendo haber tenido un Versalles”. Y luego en 1879, “lo que distingue al hombre de la bestia es su facultad de cambiar sus formas arquitectónicas”.


domingo, 28 de junio de 2020

De lo colonial a lo italianizante





De lo colonial a lo italianizante
Por Prof. Silvia Roxana Leys
          
           En época colonial la ciudad de Buenos Aires  vista de lejos tenía una fisonomía lóbrega, debido a que las pocas casas construidas eran uniformes, parduzcas, muy amplias y con techos de tejas moruna. Solo resaltaban los campanarios de los numerosos templos y conventos.

            Por lo general las edificaciones eran bastante deficientes, de un solo piso. Algunas poseían azoteas, altillos con balcones salientes y casi todas frentes con amplias rejas voladas, las que ofrecían una gran vista hacia las calles de tierra y resultaban muy útiles en época estival, ya que las personas podían dormir con las ventanas abiertas sin riesgo a robos. Las decoraban colgando de estas macetas con gran variedad de plantas.

           Pero la reja histórica de Jerónima San Martín y Ceballos fue la que se distinguió de todas las colocadas, ya que tras la victoria de  la batalla de Chacabuco, liderada por el General José de San Martín, mandó a hacerla para celebrar el acontecimiento. En esta se podía leer: “Viva la Patria, 1817”. Y por eso,  increíblemente los vecinos la criticaron muy duramente, a tal punto que publicaron el descontento en los diarios de la época.

Reja de la colección de Museo Histórico Cornelio de Saavedra

 https://www.buenosaires.gob.ar/museos/museo-historico-cornelio-de-saavedra



            Aunque simples y sencillas, las viviendas, casi todas eran cómodas y espaciosas, de anchas paredes de ladrillo crudo, los cuales estaban asentadas en barro. Estas se veían blanqueadas tanto en su vista  interior como exterior. Sus techos no tenían cielos rasos y los pisos eran de ladrillos en los menos pudientes o de baldosas, en las de los más adinerados. Eso sí, todas estaban compuestas de un solo cuerpo, con tres patios, habitaciones en fila y con dos ventanas enrejadas colocadas en ambos lados de las puertas tachonadas.

            Los patios principales ostentaban naranjos, magnolias, enredaderas varias,  jazmín del país y el infaltable parral de uva moscatel.

            Todas las construcciones se destacaban por el aire, la luz y la holgura. Además,  poseían depósitos de agua de lluvia para consumo humano y pozo con balde para usos higiénicos. Aunque,  pocas eran las que tenían aljibe.

             La opinión general era común, la ciudad de Buenos Aires parecía Sevilla, de España. 

             En cambio, en los comienzos del Partido Almirante Brown los diseños de las casas quintas presentaban mezclas de estilos debido al impulso creativo de los ingenieros Nicolás y José Canale, quienes se distinguieron arquitectónicamente por el dejar de lado el estilo colonial para dar comienzo a un nuevo movimiento arquitectónico. Además, debido a los vecinos ingleses  se construyeron muchas viviendas de estilo inglés, más aún con la llegada de los Ferrocarriles del Sud y Oeste.  


jueves, 25 de junio de 2020

Una foto para la historia de la electricidad



           Primer Congreso Electrotécnico Mundial realizado en Saint Louis, Estados Unidos, en 1904. En la primera fila Jorge Newbery, el tercero Thomas Alva Edison.

           La Republica Argentina ocupaba uno de los primeros lugares en la adquisición de adelantos tecnológicos.

https://es.wikipedia.org/wiki/Thomas_Alva_Edison

ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN

Jorge Newbery con su perro

AR-AGN-AGS 01 DDF-rg-Caja 360- Inv.82355


viernes, 19 de junio de 2020

Inversiones del Estado a favor del progreso


Dardo Rocha 1838-1892
Fue un Gobernador de la Provincia de Buenos Aires. Fundó la ciudad de La Plata.
En la ciudad de La Plata el alumbrado eléctrico se instaló en 1883.

Jorge Alejandro Newbery 1875-1914 
Fue un Director de la Iluminación de la Municipalidad de Buenos Aires. 
En la ciudad de Buenos Aires el alumbrado eléctrico se instaló en 1886.


En el Pueblo Almirante Brown el alumbrado eléctrico comenzó a funcionar en enero de 1890.

jueves, 18 de junio de 2020

Un hombre progresista con gran valor cívico

          



Biografía de Esteban Adrogué 


por Prof. Silvia Roxana Leys

          Nació en Buenos Aires el 2 de septiembre de 1815.


          Fueron sus padres José Ramón Adrogué y Petrona Portela, españoles radicados en la República Argentina a comienzos del siglo XIX. Quienes decidieron que recibiera el sacramento del Bautismo católico el 3 de septiembre de 1815, en la Parroquia San Nicolás de Bari, y sus padrinos fueron Juan Viera y Teodora Portela.


          A temprana edad quedó huérfano de padre por lo que solo estuvo al cuidado de su madre.

          Su educación se basó en conocimientos generales y no terminó ninguna carrera.

          A su mayoría de edad decidió ser comerciante como su padre. Fue empleado, cadete, en un comercio de artículos de campo durante cuatro años. Luego, abrió su propio negocio dedicado a la venta de suelas.

           El 12 de abril de 1837 se casó con Isidora Amestoy Arnais y Pinazo en la Parroquia de la Catedral del Norte.  Ella nació el 3 de abril de 1817, hija de Mateo Amestoy y Leandra Arnaiz. falleció el 2 de agosto de 1902. El matrimonio Adrogué-Amestoy tuvo mucha prole, de los cuales sobrevivieron cinco hijos: Adela, Sofía, Dolores, Julia y César.

           En 1844 comenzó a comprar terrenos. En uno de ellos mandó a edificar una casa cercana a la calle Piedad, entre Florida y Maipú, diseñada por el arquitecto francés Pedro Benoi. Esta fue solicitada por Rosas para hospedar a un embajador francés, el Conde de Walleski quien ocupó la casa a partir del 9 de mayo de 1847.

           Intervino en la vida cívica con muchos proyectos a favor del progreso, como el puente Valentín Alsina, sobre el Riachuelo. Participó entre los primeros propulsores del alumbrado a gas y electricidad en a provincia de Buenos Aires, como también en la iniciativa de pavimentar muchas de sus calles. Fundó el Hotel Provence, en 1854 y luego, en 1856, el Mercado del Plata junto con Jorge Atucha, Mariano Saavedra y Jorge Iraola. Poseyó en el Pueblo de la Paz, Lomas de Zamora, una casa quinta llamada Los Leones, diseñada por el arquitecto José Canale, en 1858. Originó la fundación del Partido de Lomas de Zamora, en 1861. Y después, la fundación del Pueblo Almirante Brown, en 1872, y la creación del Partido de Almirante Brown, en 1873. Además, peticionó al Ferrocarril del Sud la colocación de una nueva estación de trenes entre las estaciones Lomas y Burzaco. Inauguró el Hotel La Delicia el 1 de diciembre de 1872. 

           Fue miembro de la Comisión Municipal e intendente del Partido de Almirante Brown, es decir, Juez de Paz de enero de 1888 a junio de 1891 y agosto a septiembre de 1893.

           Murió en la madrugada del 25 de marzo de 1903, a los 88 años. Sus restos fueron enterrados en el Cementerio de la Recoleta, trasladados a la Parroquia San Gabriel Arcángel en 1953 donde permanecieron hasta el 25 de marzo de 1969, luego se colocaron en el interior del monumento levantado en su memoria en el año 1909 de la Plaza Espora,  y por último los volvieron a trasladar al Cementerio de la Recoleta.

martes, 16 de junio de 2020

De una manera u otra todos fueron alumbrados



Parte de Farol a gas de exterior al cual le falta la lámpara. 
Restaurado por Fernando González. 


De una manera u otra todos fueron alumbrados

Por Prof. Silvia Roxana Leys



          Esteban Adrogué fue uno de los vecinos de Buenos Aires que estaba preocupado por el servicio de luz tanto privada como pública, ya que ofrecía escasa iluminación. Por eso fue uno de los vecinos que protestaron reiteradas veces por el mal servicio que ofrecían las autoridades de entonces.

          Destaquemos, en los orígenes de Buenos Aires, la ciudad estaba iluminada precariamente por objetos de uso interno y externo.

          En primer lugar, los de uso interno eran candiles o faroles,  es decir, recipientes que contenían velas de sebo o aceite extraído de animales, a estos objetos primitivamente los llamaban lámparas o dicho de otra manera: “utensilio diseñado para alumbrar que consiste en un recipiente lleno de aceite, una mecha sumergida en este, que asoma por un pico, y un gancho para colgarlo”.

          En segundo lugar, los de uso externo se los llamaban faroles, es decir, “caja de cristal u otro material transparente que contiene una luz”.
   
           Por consiguiente, hubo tres sistemas distintos de iluminación según el historiador Félix Luna. En primera instancia, el farol a vela de sebo hasta 1853, en segunda instancia, farol con aceite proveniente de matanza de yeguas desde 1840 hasta 1869, en tercera instancia farol a kerosene traído de Europa desde 1869 y en última instancia,  farol a gas desde 1856.

          Por lo dicho anteriormente, el 9 de septiembre de 1853 Don Esteban Adrogué se unió con otros vecinos de la élite de Buenos Aires llamados Jorge Atucha, Juan I. Fox y Alejo R. Mackinson para solicitar a la autoridad del momento  tengan a bien iluminar una parte de la ciudad con faroles a gas extraído del carbón de piedra. Sin embargo, la respuesta afirmativa a tal petición tardó tres años, porque recién en 1856 se comenzó a utilizar el gas de coque para alumbrado público de la ciudad de Buenos Aires. Y como las empresas de gas eran inglesas, el precio de este servicio no era accesible para todos, así que fue para un limitado sector de la población.

         Mientras Esteban Adrogué esperaba ansioso la colocación de faroles a gas. Se enteró que el Dr. Juan Echepareborda experimentaba con aparatos para lograr obtener luz eléctrica.

          Según el Diario La Crónica con fecha 28 de mayo del año 1854 el señor Echepareborda demostró los efectos de la luz eléctrica el 25 de mayo del mismo año, en la azotea de la “Recoba Nueva”. “…La concurrencia que se encontraba reunida en la Plaza Victoria quedó atónita ante la belleza del espectáculo…”

Plaza Victoria en el año 1890 

          No obstante, cuando diferentes empresas extranjeras ofrecieron a la ciudad de Buenos Aires la posibilidad de instalar un sistema de energía eléctrica fue rechazada. Entonces, la Empresa Electric de Estados Unidos, representada por Walter Cassels se dirigió a la ciudad de La Plata, la cual aceptó el proyecto, convirtiéndose así en la primera ciudad de América latina  que fue alumbrada con luz eléctrica, en el año 1883.

          En consecuencia, el 31 de diciembre de 1889 presidiendo Esteban Adrogué la Comisión Municipal movido por las solicitudes de  los vecinos inauguró la Sociedad Cooperativa  Iluminación Eléctrica de Almirante Brown cuyos accionistas eran los mismos vecinos.  El servicio oficial de luz pública y privada comenzó el primero de enero de 1890. El ingeniero y técnico electricista quien dirigió primeramente SCIEAB fue Charles V. Boisot. Pero los vecinos beneficiados fueron solo un pequeño grupo localizado en lo que sería hoy el casco histórico del Pueblo Almirante Brown, actualmente Adrogué. Además algunos vecinos de  los Pueblos Temperley, La Paz y Banfield.

          Años después, con la aparición del primer yacimiento de petróleo el 13 de diciembre de 1907, en Comodoro Rivadavia, surgió la esperanza de abaratar costos en los servicios de la vida cotidiana de los habitantes de la República Argentina. Más aún cuando el Presidente Hipólito Irigoyen fundó los Yacimientos Petrolíferos Fiscales o YPF el día 3 de junio del año 1922. En 1992 fue privatizada. Y el 3 de mayo de 2012 la Presidente Cristina Fernández expropió el 51% del capital.

Un cuento para ver y escuchar sobre un farol

lunes, 15 de junio de 2020

DERECHO DE AUTOR POR UNESCO

¿Qué son los derechos de autor?

Los derechos de autor son un conjunto de principios y normas jurídicas que establecen los derechos morales, patrimoniales y universales que tienen todos los autores de obras literarias, científicas, musicales, artísticas o de carácter didáctico, por el simple hecho de su creación, esté publicada o sea inédita. 
En esta categoría también están los creadores de programas informáticos, los anunciantes, publicistas, productores de cine y demás disciplinas.  Está considerado como uno de los derechos humanos fundamentales en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Una obra pasa al dominio público cuando los derechos patrimoniales han expirado, y esto es habitualmente cuando transcurrió el plazo desde la muerte del autor (post mortem auctoris). El plazo mínimo, a nivel mundial, es de 50 años y está establecido en el Convenio de Berna, aunque muchos países han extendido ese plazo ampliamente.
https://www.cultura.gob.ar/por-que-el-15-de-junio-se-festeja-el-dia-del-libro-en-la-argentina_4136/?fbclid=IwAR2r841kQCyE36zqpbx-XuRHGcQvAaEcnGyo8fDz41Gmwg7janaY4xbXijM

domingo, 14 de junio de 2020

La Asociación “Nativos de Almirante Brown” o ahora ANPAB






La  Asociación “Nativos de Almirante Brown” o ahora ANPAB       

                                                                                                                    Por Prof. Silvia Roxana Leys


          La Asociación de Nativos de Almirante Brown fue fundada el día 27 de julio de 1947, con la presidencia de Don Enrique J. Lazzati, Vice. Angel Finoia, Secretario Horacio Moggia, Pro Amadeo Barcalde, Tesorero Sebastián P. Sólimo, Pro Arturo Frangi y Vocales: Pedro Scabini, José Mársico, Pedro Tassi, Alfredo Rigoll, Roberto Moggia, Pedro Liberti, José R. Zomero, Julio Arín y otros colaboradores.

          Surge gracias a la idea de un grupo de personas que tenían los mismos sentimientos de pertenencia y la necesidad de preservar la historia local del Pueblo Almirante Brown, o sea, de la ciudad cabecera Adrogué del Partido de Almirante Brown. Esto es debido a que todos eran amigos desde la infancia y cada vez que se reunían recordaban los momentos felices pasados llenos de travesuras realizadas en calles, escuelas y distintas instituciones. Por consiguiente, se pusieron de acuerdo para que esas  reuniones se materializaran en un organismo vital, en una institución útil para dar y recoger en beneficio público. Porque para ellos era menester trazar una traza en la conducta de la gente.

          Los objetivos de la asociación para la aceptación pública son:
  • Arraigar el más profundo cariño al suelo que se ha nacido.
  • Recordar y hacerlo recordar el bien que nos ha hecho los que nos precedieron en nuestro Partido, como fundadores, bienhechores y propulsores de instituciones de bien general, educadores, etc.
  • Fomentar con altas miras, el más grande acercamiento, con fines culturales sin tendencias políticas ni religiosas.
  • Rendir culto a la amistad y dignificar a la Sociedad en que se vive.
  • Construir nuestra propia historia.

          De allí en más los “Nativos” comenzaron a recopilar información de los hechos, anécdotas a fin de de “Preservar el Patrimonio geográfico e histórico”. Ellos piensan que “las cosas deben conservarse porque la destrucción implica un atentado contra la misma historia”.

          Sin embargo, en un primer momento la entidad exigía como medida de origen, para el ingreso de las personas de ambos sexos, justificar el nacimiento en el Pueblo Almirante Brown,  Adrogué y buenos antecedentes, sin discriminar negativamente su condición social. Porque era importante el arraigo desde la cuna, la familia, etc. Los valores positivos morales eran indispensables.

          De esta manera se hicieron actores activos de nuestra historia browniana.

          Agradecemos mucho que con el tiempo nos hayan permitido a todos los vecinos que vivimos hace muchos años en el Partido Almirante Brown ser parte de su Asociación.

          Desde 1983 funciona ANPAB en el Castelforte. 

          El Castelforte fue parte de la casa quinta de José Canale, el ingeniero que diseñó la traza de Pueblo Almirante Brown, fundado el 29 de septiembre de 1872 según los vecinos. 

https://www.facebook.com/NativosdeAdrogue/

Poesía escrita por el "Nativo cartero" de Adrogué y José Mármol Agustín Severo Labadía





viernes, 12 de junio de 2020

El carnaval en la República Argentina



El origen del  carnaval en la República Argentina

Por Prof. Silvia Roxana Leys

          Los carnavales en la República Argentina comenzaron a celebrarse con la llegada de los españoles, durante la mitad del siglo XVIII. Eran y son  fiestas populares paganas de iniciativa popular. No obstante, se practicaban tomando en cuenta cuarenta días antes de la Pascua Cristiana, la cual se recuerda todos los años en Semana Santa, ya que los habitantes de esta Nación siempre han sido mayoritariamente cristianos.

          En un principio eran fiestas de mucho color, bailes y algarabía. Por eso, Juan José Vertiz instauró los bailes de carnaval, en el año 1771.

          Seguidamente, en 1775, el Virrey Arredondo decidió prohibirlos por causa de los daños y perjuicios ocasionados entre semejantes, o sea, en la práctica se falta el respeto a las buenas costumbres. Esto era  porque se tiraban harina, huevos podridos y agua que estropeaban las vestiduras tan costosas.

          Sin embarco, durante la época de Manuel de Rosas los carnavales se practicaron igual en privado.

          Por un lado, la élite social se reunía en alguna casona para tirarse agua y huevos entre sí, especialmente era el juego preferido por las damas de alta sociedad.

           Por el otro, los pobres negros en general también se reunían en algún lugar para celebrarlo, pero de otra manera. Ellos se divertían bailando y cantando al ritmo del “Candombe”. Dentro de este, preparaban  “El día del entierro”,  el cual consistía en quemar un muñeco de paja al que llamaban “El Judas”.
           
          Por lo tanto, en 1839, debido a que la población de Buenos Aires celebraba el carnaval en privado se permitió tres días de juegos, donde podían usar máscaras con permisos especiales, exhibirse en las comparsas y tirar fuegos artificiales.

          Los carnavales al principio parecían bastante inofensivos y se cuestionaban por  insignificancias, pero pronto surgieron los verdaderos problemas. Ya que en estos, los malhechores aprovechaban a efectuar sus vandalismos, derivando en peleas, borracheras, violaciones, robos y hasta asesinatos.  

          En consecuencia, el Gobernador Rosas influenciado por la curia prohibió el Carnaval mediante el Decreto del 22 de febrero de 1844.

          Recién en 1869, el presidente Domingo Faustino Sarmiento lo restableció con mucha alegría. Fue el primero en concurrir a todas las comparsas, murgas, corsos, juegos de agua, etc. Por consiguiente, los integrantes de las comparsas le obsequiaron una medalla alusiva y lo nombraron “El Emperador de las máscaras”.

          El carnaval antecede a las Pascuas cristianas, a la época en que los fieles deben procurar acercarse más a Cristo Jesús cumpliendo ciertos ritos de abstinencia. Por lo que se considera al carnaval  “el tiempo de oscuridad”  donde se permite disfrazarse y en cambio, en las Pascuas “tiempo de Luz”, es donde se necesita ser auténticos. De esta manera se representan los tiempos judíos y cristianos, es decir, tiempos de Ley y de Gracia.

          En la ciudad cabecera del Partido Almirante Brown también se celebraron los carnavales. Como por ejemplo, el Carnaval de 1903 fue memorable.

          Según el Diario La Razón del año 1903, había dos corsos, uno sobre la calle Esteban Adrogué y otro sobre Bynnon y Drumond.

          El corso de la calle Esteban Adrogué se extendió  hasta la estación del Ferrocarril Adrogué debido a la gran cantidad de carruajes. Hubo juego de agua, serpentina y flores el cual se sostuvo toda la noche alumbrados por la luz eléctrica, provista de un motor de usina local, colocado en 1890. Aunque con algunos cortes de suministros de luz repentinos, donde por momentos se encontraron netamente en la oscuridad.

          El corso de las calles Bynnon y Drumond también fue muy concurrido pero debido a lo dispuesto por el jurado a la hora de entregar los premios hubo disconformidad, ya que seguramente habían favorecido a alguien sin merecerlo. Por tal motivo, ante los incidentes la gente se dispersó tan rápidamente que no duró lo previsto. Los grupos que rechazaron sus premios fueron: “Marina Estrella del Sur” y “Habitantes de la luna”. Evidentemente, en este lugar no disfrutaron el Corso.




Espacio museográfico de mi autoría. Objetos restaurados por Fernando González y Gloria Cruz.
Planta baja del edificio histórico "La Cucaracha".

CANDOMBE
https://www.youtube.com/watch?v=WNFiZpNzhYs
https://www.youtube.com/watch?v=QnUqJIjLzh8
https://www.youtube.com/watch?v=-52DYOpeMuc


Señora cosiendo en una máquina de coser de marca Singer.
Buenos Aires 1911.
Documento fotográfico. Inventario 36619.


Los carnavales en Adrogué





Carnavales de Adrogué

Por Carlos Alberto Leumann (1948)

           La  gloria de Adrogué era sus carnavales. Llegó a rivalizar con los carnavales del Tigre. Los bailes en el hotel y los corsos por la noche, treinta años atrás. Adrogué nunca volverá a la felicidad de otra época.

          La mascarada en los jardines, entre los viejos árboles. Dominós, pierrots blancos, funambulescos, niñas gráciles, de voz musical, vestidas de damas antiguas. Faroles chinescos. Alegría que salta en los aires, y embriaga como el vino. Reír, bailar, intrigar. Parejas dichosas, bajo las enramadas, máscaras que les interrumpen el diálogo, por un rato, discretamente.

          En aquella fiesta ruidosa, desbordante, no había sitio para una disonancia grosera. Hasta las caretas grotescas y hasta los disfraces más ridículos parecían animados por un espíritu amable, por el viejo espíritu porteño, que todavía reinaba con poder absoluto en esta clase de fiestas. Todo el hotel, con la masa negra de sus eucaliptos, se envolvía en una especie de júbilo mirífico, resonaba, conmovido por el gentío alegre.

          Después de medianoche irrumpían nuevos y grandes grupos de máscaras, algunas, chorreando agua. Venían del corso, traían en la calle una animación nueva, excitadas, ansiosas, palpitando en la vida rápida del carnaval maravilloso.

          ¡Qué corso de Adrogué! Yo he leído descripciones de corsos famosos en antiguos carnavales de Europa. Los de Roma, los de Niza. Descripciones bien hechas, artísticas, entusiastas. Juro que tales fiestas no podrían comparar con los corsos clásicos de Adrogué. Había en ellas algo de íntimo y amable  y de fin social en medio del bullicio. Algo exquisito, único. Se jugaba con flores, con serpentinas y con agua. Con pomos, bombas y hasta con baldes. Todo era permitido, la vigilancia policial no existía.

          ¿Para qué?  Allí todo el mundo se respetaba, los límites de la libertad los ponía el acuerdo común, tácito. Bajo los focos eléctricos, su luz cribaba acá y allá la de los braecks, llenos de máscaras,  o de mujeres con las caras descubiertas, lindas, y todas encapotadas como monjes para defenderse del agua. Veredas, balcones, el medio de la calle, las personas y los árboles, todo parecía palpitar con una especie de vida fantástica, y al mismo tiempo natural y hermosa.

          Y todo eso se ha ido para siempre; no se repetirá nunca. Como si un viento de maldición hubiese venido a barrer las imágenes de los bailes y corsos de Adrogué. Eso era demasiado nuestro, demasiado americano y argentino para que pudiese subsistir en el mundo dominado por odio.



                             




jueves, 11 de junio de 2020

Un dato curioso

             
                                                         Caminando por el andén de Plaza Constitución en 1871

Un dato curioso
Por Profesora Silvia Roxana Leys 

          En los orígenes de la creación del Partido Almirante Brown las damas usaban vestimentas que tapaban hasta casi el último rincón de sus cuerpos, pero ese no era un impedimento para que los caballeros lograran ver alguna parte atractiva descubierta.

          En aquel entonces, ellos aprovechaban la oportunidad de verles los tobillos  cuando subían y bajaban de los vehículos. Por eso, las estaciones de trenes y tranvías eran los lugares propicios para los fisgones.  


          Al cambiar las modas y algunas costumbres, las damas comenzaron a subir el largo de sus faldas, sin embargo no fue motivo para que dejaran de ser admiradas por los muchachos.






                                                  Pasajera subiendo al tranvía en Buenos Aires, 1920.
                                                        AGN_DDF/cAJA 486, INV: 75875.

Si de cartas se trata


          

 Si de cartas se trata

por Profesora Silvia Roxana leys

         En los primeros años del Partido Almirante Brown era muy común que la gente acostumbraba a comunicarse por carta y telégrafo. Debido a eso, Esteban Adrogué consiguió que se estableciera una Estafeta Postal, la cual primeramente estuvo a cargo de José Chazzo.

          Gracias a la gran actividad comunicativa el 15 de noviembre de 1898 se creó la Sucursal de Almirante Brown, cuyo número de registro era 114. Esta estuvo a cargo de Camila J. Juasdensvich.

          En 1919 fue nombrada para ocupar dicho cargo la sra. Ramona Canosa de Bejarano López. Ella desempeñó su puesto hasta su ancianidad.

          Posteriormente, trabajaron allí otros señores: Victor Chirichela, Emilio Camino Salas y Alfredo Membrano.

Fuente: Hemeroteca del Museo de historia Municipal "La Cucaracha"



Objeto museístico exhibido en la planta baja del edificio histórico "La Cucaracha". Restaurado por la empleada Gloria Cruz.

sábado, 6 de junio de 2020

Apagando faroles para no ver el incendio


El ùltimo Farol porteño.
AGN_DDF/Caja 489, inv.75916 
Buenos Aires. 
Último farol a gas, situado en la esquina de Avenida del Trabajo y Escalada, 
apagado el 19 de marzo de 1931
Se exhibe en el Museo Histórico Cornelio de Saavedra.
Tango, música de Aníbal Troilo y letra de Cátulo Castillo.



Apagando faroles para no ver el incendio

 por Prof. Silvia Roxana Leys

          En la ciudad de Buenos Aires, durante los siglos XVIII y XIX, la gente tenía por costumbre decir refranes y aplicar motes a cualquier persona o cosa, era muy común y corriente, por lo que todos los seres humanos al igual que cualquier cosa  estaban expuestos a merecer sobrenombres sin pensar en las emociones negativas que podían producir en otros. Además, los varones como se pensaban “cabezas de familias” se los reconocían por sus apellidos y en cambio, las mujeres, por el apellido del cual la habían obligado a casar, es decir, eran una cosa más en los bienes de un don. Sin embargo, eso no quiere decir que no haya habido mujeres con agallas para no soportar imposiciones y rebelarse. Muchas son las que hicieron historia. 
  
          Así, como por ejemplo, Ceballos era “el virrey de los tres sietes”; Cisneros “el sordo de Trafalgar”; la viuda de Del Pino “la virreina vieja”; Pascual Ibañez “el majo”; Francisca Alzaibair de Viana “la mariscala”; Escribano Boiso “siete pelos”; Sra. Ogorman “la perichona”; Petrona Salcedo de Escalada “la gran señora”, etc. Pero en la clase baja de la sociedad era: “el negrito del farol”, “la negra mazamorrera”, “el policía de la esquina”, “el cochero”, “el vigilante”. Ellos sí, no tenían nombre y apellido a destacar.

           Otro tanto sucedía con las casas, calles y locales, es decir, cuando hablaban entre sí decían: “El barrio recio”, “El rincón de las ánimas”,  “El callejón del pecado”, El hueco de ña Engracia”, “El puente de los granaderos”, “Los cuartujos de Borbón”, “La esquina del peligro”, “El almacén del poste blanco”, etc.  Y esto era así, por causa de la iluminación, es decir, alumbrado público.

          La iluminación era deficiente debido a que, los faroles eran de base angosta y altura alargada. Estos contenían una vela de sebo, cuyo pábilo tardaba en arder, los cuales eran encendidos por una mecha. Por eso decían para referirse a la extensión de un determinado tiempo: “hasta que las velas no ardan”. Pero lo cierto es que eran de poco arder y convertían los vidrios en placas negruzcas, de los cuales solo se percibía un debilísimo brillo de luz. Por esa razón, la gente salía poco de noche, ya que invadía el silencio y la soledad. Además, mientras la gente descansaba cada cual en su casa, la vigilancia policial hacía su trabajo en las calles sobre el barro en el invierno y polvo en el verano.

          Además, según un historiador de apellido Pillado sostenía que esta costumbre se agudizaba más en la política o en cualquier circunstancia de la vida social, a través de la crónica de los modernos periódicos, coplas, carteles, volantes,  y sobre todo en las  tertulias.

          Seguramente en los orígenes del Partido Almirante Brown también sucedía lo mismo.  Por eso cuando los vecinos vieron la construcción chata y baja diseñada por los ingenieros Nicolás y José Canale, ubicada sobre el Camino Real, la llamaron “La Cucaracha”.  Luego, antes de que la municipalidad decretara el nombre para numerosos lugares, la gente ya los había nombrado según sus criterios, como por ejemplo Plaza de Bynnon era"la plaza de los perros", "la plaza de los toros", Plaza Rosales era "plaza Sirito", Plaza de Erezcano era "de los ombúes", Plaza de Bouchard era "de Cabour", Plaza Espora era "plaza de las tres pelucas", etc.




En la planta baja del edificio histórico La Cucaracha se exhiben varios objetos museísticos de iluminación usados en el Partido Almirante Brown.